El fracaso en la microempresa o de cómo para quien no sabe a dónde van ingún viento le es favorable.
Desde el inicio de la crisis se ha multiplicado la creación de empresas por parte de parados de más o menos larga duración, que capitalizan la prestación de desempleo y montan una empresa. Una empresa del ramo, quizás, del que es experto el ex trabajador. Si es así, parte con una ventaja: conoce el trabajo. Pero también con una desventaja: no conoce cómo llevar la empresa. Hágase, amigo lector, una composición de lugar. Figúrese a una persona de 45 años, que ha vivido la tranquilidad de su trabajo los últimos 15. Esa tranquilidad, o esa sensación de tranquilidad, hizo que no se preocupara en formarse, entrenarse o interesarse por otros aspectos de su trabajo o nuevas inquietudes que enriqueciesen su perfil o le hiciesen descubrir nuevas cosas. Un buen día, lo viera venir o no, se queda sin ese empleo tan seguro que tenía. Con esa edad y esa experiencia no va a volver a encontrar trabajo. Es duro decirlo, pero mucho me temo que es así. El paradigma ha cambiado. Adiós al trabajo fi...