Formación constante o cómo un año sin estudiar es un año perdido.

Recordemos: el concepto de microempresa contempla aquellas empresas de, entre otras características, menos de 10 trabajadores. Un caso particular de microempresa son los autónomos, es decir, trabajadores por cuenta propia. Desde mi punto de vista, la gran mayoría de estos trabajadores no se da cuenta o no quieren asumir que son empresarios, les guste o no. Y eso conlleva una gran responsabilidad.
Estas empresas “sin asalariados” suponían el 51.3% del total de empresas en 2009. La evolución del crecimiento de este tipo de empresas es negativo, desde el 57.6% en 1995 al 51.3% en 2009, según el informe “Retrato de las PYME 2009” de la Dirección de Política de la Pequeña y Mediana Empresa del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. De este decremento se han beneficiado microempresas y pequeñas empresas, que han pasado del 4.5% en 1995 al 5.0% en 2007, según las mismas fuentes.
Un elevado porcentaje de autónomos y microempresas se encuentran en los sectores de restauración, hostelería, enseñanza, salud y servicios sociales. Sin embargo, y ateniéndonos al contexto económico actual, decrecen al 11.4% en la construcción.
Según la fuente citada anteriormente, la tasa de natalidad de empresas entre 1998 y 2009 en España es del 9.5%, frente al 8.4% para el resto de la Unión Europea. A su vez, la tasa de mortalidad para el mismo periodo se encontraba en el 6.8% y el 7.2% respectivamente. Esto arroja una tasa neta del 2.7% y el 1.2%. Desgraciadamente, estos datos han sido triturados literalmente por la crisis económica y ahora se destruyen más empresas de las que se crean. Entre las que se crean, un alto porcentaje se basan en la capitalización de la prestación por desempleo, por parte de parados que buscan una salida. Lamentablemente, en la mayoría de casos no se plantea la creación de la empresa con método o estrategia y pueden no perdurar. Y esto cuenta en la tasa de mortalidad de empresas.
Los riesgos con que se encuentran este tipo concreto de empresas – microempresas o autónomos a partir de la capitalización del paro – son diversos. Por un lado, la falta de formación del futuro empresario conlleva una nula visión estratégica que no hace sino provocar el “salto de mata” de su andadura, gestionando lo urgente sin centrarse en lo importante.
De otro, la poca presencia de las TI – al menos en los inicios y en función del tipo de negocio – en cualquiera de los aspectos de la cadena de valor impacta directamente en la eficacia/eficiencia de estas empresas, que no es sino la cara oculta de la crisis económica, que  afecta particularmente a España y Catalunya.
Además, la falta de visión internacional, provocada en parte por la falta de visión estratégica, es un factor importante en contra de estas empresas.
En mi opinión – qué es un blog sino la plasmación de la opinión del autor -, la mejor manera de hacer frente a estos problemas es la formación. Una formación orientada a cubrir las carencias en gestión y dirección de empresas, así como en la implantación de las TI en la cadena de valor. Sostengo que, incluso en aquellos casos en que el tipo de negocio no se sustente en exceso en la nueva economía, todas las empresas son susceptibles de incorporar las TI en su seno, de una manera u otra. Así mismo, independientemente del tamaño del negocio, en todas ellas cabe establecer una estrategia para dirigirlas y gestionarlas. Creo sinceramente que no sólo en las grandes corporaciones o empresas de gran tamaño es acertado hablar de estrategia o de sistemas de información.


De toda la oferta formativa dirigida a empresarios o trabajadores quisiera hacer mención del Posgrado en gestión y dirección microempresas familiares de la UOC Business School, no sólo por su idoneidad sino también por la flexibilidad para adaptarse a las necesidades en conocimientos y tiempo de alumnos con necesidades tan específicas como puedan ser los mencionados antes.
Dejando a un lado que la mejora constante como valor se basa mucho en la formación y aprendizaje incesante, es además el  acto y/o placer de estudiar lo que me hace afirmar que un año sin estudiar es un año perdido. Si, además, se trata de estudios que faciliten desarrollar una estrategia empresarial en un negocio, quizás estemos hablando de la diferencia entre hundirse o perdurar.

José Manuel Santos
  (astalBI)

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