El humo tras la explosión.
Érase una vez unos prestidigitadores que descubrieron que podían enviar sueños a través de la línea telefónica. Pero se les fue el hechizo de las manos y, en lugar de sueños, lo que transportaron fue codicia y malos rollos.
Hablo de memoria, porque en aquellos momentos yo era un estudiante tardío de informática y me envolvía la idea de que me podría ganar la vida haciendo lo que me gustaba y, además, estaba bien visto.
Pero llegaron los detectores de humo y nos rompieron la guitarra. La imagen del dueño de Terra con traje, corbata y gorra de béisbol desapareció de los telediarios como por ensalmo.
Se había vendido humo. Alguien había inflado el valor teórico de empresas que no eran poco más que meras páginas web; algunas de ellas no servían ni para comprar entradas del cine. Su cotización subió de manera irreal, especulativa, más o menos como ha pasado ahora con los activos inmobiliarios.
Pero, evidentemente, se trataba de darle salida a una revolución tecnológica - internet - que había llegado al común de los mortales. Todo el mundo había oído hablar de internet y muchos habían probado su miel. La tecnología estaba servida, pero se pervirtió su filosofía.
Recuerdo que en España se difundió la idea de que si no estabas en internet no existías. Si no tenías página web eras un cadáver comercial. Así que todo el mundo corrió a conseguir una web como fuera. La consecuencia fue que los precios que se pagaban por tener una web eran desorbitados y en cualquier sitio se creaban, con el intrusismo que eso supuso - y que ahora pagamos -. En el resto del mundo también se recrudeció el tema, sobre todo en EE. UU., origen del problema.
Como suele pasar, pagaron "justos por pecadores" y las empresas que tenían un sustrato comercial detrás también sufrieron. Ahora son éstas las que han seguido adelante, básicamente por no tener como negocio internet, sino usar internet para su negocio.
Alberto Ortín (De la burbuja tecnológica a la inmobiliaria, Cinco Días, 12/11/2007) nos muestra como ambas burbujas tienen similitudes en lo inflado de las valoraciones. La burbuja actual ha explotado, y su onda expansiva ha alcanzado más sitios porque la tecnología ha propiciado la globalización del estropicio, como antes propició la globalización del beneficio rápido y el "pan para hoy".
El éxito y el beneficio de un negocio es una carrera de fondo, no de 100 m lisos. Pretender un beneficio rápido de un negocio que sólo vende humo obliga a planteamientos lejanos a la realidad, sea humo por internet o suelo no urbanizable a precio de futuro hotel de lujo. Un negocio con plan y algo sólido detrás tendrá en internet un buen aliado.
José Manuel Santos
(astalBI)
Hablo de memoria, porque en aquellos momentos yo era un estudiante tardío de informática y me envolvía la idea de que me podría ganar la vida haciendo lo que me gustaba y, además, estaba bien visto.
Pero llegaron los detectores de humo y nos rompieron la guitarra. La imagen del dueño de Terra con traje, corbata y gorra de béisbol desapareció de los telediarios como por ensalmo.
Se había vendido humo. Alguien había inflado el valor teórico de empresas que no eran poco más que meras páginas web; algunas de ellas no servían ni para comprar entradas del cine. Su cotización subió de manera irreal, especulativa, más o menos como ha pasado ahora con los activos inmobiliarios.
Pero, evidentemente, se trataba de darle salida a una revolución tecnológica - internet - que había llegado al común de los mortales. Todo el mundo había oído hablar de internet y muchos habían probado su miel. La tecnología estaba servida, pero se pervirtió su filosofía.
Recuerdo que en España se difundió la idea de que si no estabas en internet no existías. Si no tenías página web eras un cadáver comercial. Así que todo el mundo corrió a conseguir una web como fuera. La consecuencia fue que los precios que se pagaban por tener una web eran desorbitados y en cualquier sitio se creaban, con el intrusismo que eso supuso - y que ahora pagamos -. En el resto del mundo también se recrudeció el tema, sobre todo en EE. UU., origen del problema.
Como suele pasar, pagaron "justos por pecadores" y las empresas que tenían un sustrato comercial detrás también sufrieron. Ahora son éstas las que han seguido adelante, básicamente por no tener como negocio internet, sino usar internet para su negocio.
Alberto Ortín (De la burbuja tecnológica a la inmobiliaria, Cinco Días, 12/11/2007) nos muestra como ambas burbujas tienen similitudes en lo inflado de las valoraciones. La burbuja actual ha explotado, y su onda expansiva ha alcanzado más sitios porque la tecnología ha propiciado la globalización del estropicio, como antes propició la globalización del beneficio rápido y el "pan para hoy".
El éxito y el beneficio de un negocio es una carrera de fondo, no de 100 m lisos. Pretender un beneficio rápido de un negocio que sólo vende humo obliga a planteamientos lejanos a la realidad, sea humo por internet o suelo no urbanizable a precio de futuro hotel de lujo. Un negocio con plan y algo sólido detrás tendrá en internet un buen aliado.
José Manuel Santos
(astalBI)
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