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Mostrando entradas de junio, 2013

España, país de microempresas.

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España es un país de microempresas. Según el “Retrato de las PYME 2013” de la Subdirección General de Apoyo a la PYME (Dirección General de Industria y de la Pequeña y Mediana Empresa) el 99.88% de las empresas españolas son PYME. Pero es que del total de empresas, el 95.5% son microempresas. Por lo que sea – falta de formación, política educativa nefasta, el “que inventen ellos” o porque tenemos más corcha que un alcornoque – son muchos los que prefieren trabajar por su cuenta que por cuenta ajena. Creo que es muy español o muy mediterráneo. Un famoso director de orquesta dijo una vez que los músicos profesionales españoles eran excelentes solistas, pero que esos mismos no eran tan buenos cuando tenían que tocar en una orquesta. No nos mola trabajar en equipo. Pero atendamos ahora a una definición aceptada de microempresa: “En la  Unión Europea , y por tanto en todos los países que la forman, se entiende por «microempresa» a aquellas empresas que tienen, entre otros requisitos, ...

No queda sino batirnos

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Quiero darte la bienvenida, amigo lector, y agradecerte el poco o mucho tiempo que piensas dedicarle a leer esta mi primera entrada y estreno del blog de astalBI. Por poco que sea, siempre es agradable saber que alguien, en algún sitio, está viendo tu trabajo. Lector avispado, que son legión en estos menesteres, se habrá preguntado a qué viene el título del blog. Para responder diré que se trata de una frase perteneciente a un pasaje de “El capitán Alatriste” de Arturo Pérez-Reverte (Alfaguara, 1996). En su página 64 somos testigos de la conversación entre D. Francisco de Quevedo y el capitán Alatriste, con la sola compaña de vino y desesperanza a mares. Batirse contra la estupidez, la ignorancia… Trasládese la cita a nuestros días. Aderécese desesperanza con crisis económica. Añádase avaricia y “sinsentido común” a la estupidez e ignorancia, y al baño maría en lecho de incompetencia de quienes deben arreglar el desaguisado. Siendo así, que vemos cómo no queda sino batirnos po...