La co-innovación o de cómo nos las tendremos que apañar si queremossalir adelante.
Los trabajos realizados desde la UOC Business School por el Dr. Joan Torrent y su equipo han llevado a desgranar al detalle a la empresa catalana actual. De todo ese trabajo se desprenden unas conclusiones que tienen un nombre: co-innovación.
El contexto actual, y con todos los respetos hacia voces más autorizadas que la mía en lo que a lo económico se refiere, viene marcado por la crisis, como parece obvio. Sin ser ducho en la materia – doctores tiene la iglesia – todo indica que esta crisis se estructura en tres crisis: la crisis en los mercados financieros – la de sobra conocida prima de riesgo -, la crisis del modelo de crecimiento – se acabó el tocho – y la crisis de la globalización. Además, en el caso concreto de la economía catalana nos encontramos con una cara oculta: la baja eficacia/eficiencia de la microempresa.
Contra las tres primeras poco o nada podemos hacer que no sean las recetas de toda la vida: trabajo, esfuerzo, ahorro… Lo que nos decían nuestros abuelos de pequeños. Tal como pintan las cosas, los estados deberán perder soberanía en lo tocante a la economía, es decir, “o más Europa o el abismo”.
Es la última contra quien empresas y trabajadores podemos batirnos. La economía del conocimiento está sustituyendo el paradigma económico actual, y para sobrevivir y no caer frente a otro mejor adaptado no cabe sino adaptarse, valga la redundancia. Se trataría de montar un “triplete atacante”, si se me permite la expresión, para contrarrestar los efectos de esa cara oculta de la crisis, de esa falta de adaptación: TI en todos los niveles de la empresa, deslocalización de empleados y remuneración por objetivos y formación continuada de empresarios y trabajadores.
Las tecnologías de la información y la comunicación han propiciado el ya mencionado cambio de paradigma económico. Y son precisamente estas tecnologías las que han de poder ser implantadas en todos aquellos elementos de la cadena de valor en que sea posible. Desde un autónomo a una microempresa – huelga decir en empresas de más escala -, en todas ellas cabe la posibilidad de automatizar procesos, implantar un sistema de información corporativo, gestión de clientes, etc…
Un aspecto más peliagudo, por cuanto de cultural tiene, es aquel que toca de cerca a los trabajadores en la economía del conocimiento. Dos conceptos: deslocalización y remuneración por objetivos. Reconozco que ambas expresiones me produjeron un cierto y constatable rechazo inicial, pero también es verdad que quizás perdía de vista el contexto en que se aplican dichos conceptos: el proceso hacia una nueva economía. Así pues, el hecho de que un trabajador “digital” no deba desplazarse hacia una oficina para trabajar o pueda trabajar desde cualquier sitio en cualquier momento – este será el tema de una entrada futura -, no hace sino aprovechar las oportunidades que ofrecen las tecnologías de la comunicación. Probablemente, esa deslocalización daría lugar, por ejemplo, a menos colas de coches en las entradas de las ciudades a las 8 de la mañana de los días laborables, con el consiguiente ahorro de índole diversa. –EROSKI Consumer, en 2009, cifraba el gasto mensual de utilización del coche entre 150 y 500 € -.
El siguiente elemento que me causó rechazo fue la remuneración por objetivos. Por costumbre, cultura o consecuencia de la organización del trabajo, la mensualidad fija con sus variaciones y complementos era y es todavía hoy, la norma. Pero estamos hablando de una gestión empresarial con visión estratégica, cosa que es excepción en las empresas catalanas, por ejemplo. Sin estrategia, sin objetivos que conseguir, no se sabe hacia dónde ir. Citando a Séneca hace unos días en Twitter, venía a decir que a quien no sabe hacia dónde navega ningún viento le es favorable. Sabiendo los objetivos podremos motivar a nuestro equipo hacia su consecución. La implicación de los trabajadores con la empresa de la nueva economía.
Por último, la formación continuada de empresarios y trabajadores, tanto en TI como en gestión empresarial, es fundamental para la adaptación a las nuevas reglas del juego. A buen seguro que todos conocemos a alguien que ha capitalizado el paro para montar algún tipo de negocio, sin tener ni idea de gestión empresarial. Por tanto, sin tener una visión estratégica de dicha gestión. Justo lo necesario para que salga mal. Y, claro, acaba saliendo mal. Hace pocas semanas abría una tienda de “chuches” justo al lado de mi casa. Una tienda pequeña de tamaño pero enorme de ilusiones. No ha aguantado ni dos meses. Para quien lo contempla es duro porque se veía venir. Para quien lo sufre debe ser demoledor.
Desde astalBI creemos en la gestión de la empresa con visión estratégica y nos colocamos al lado de las microempresas que quieran implantarla. El objetivo: mejores empresas para sobrevivir en algunos casos, para mejorar en otros, para seguir adelante en todos.
José Manuel Santos
(astalBI)
El contexto actual, y con todos los respetos hacia voces más autorizadas que la mía en lo que a lo económico se refiere, viene marcado por la crisis, como parece obvio. Sin ser ducho en la materia – doctores tiene la iglesia – todo indica que esta crisis se estructura en tres crisis: la crisis en los mercados financieros – la de sobra conocida prima de riesgo -, la crisis del modelo de crecimiento – se acabó el tocho – y la crisis de la globalización. Además, en el caso concreto de la economía catalana nos encontramos con una cara oculta: la baja eficacia/eficiencia de la microempresa.
Contra las tres primeras poco o nada podemos hacer que no sean las recetas de toda la vida: trabajo, esfuerzo, ahorro… Lo que nos decían nuestros abuelos de pequeños. Tal como pintan las cosas, los estados deberán perder soberanía en lo tocante a la economía, es decir, “o más Europa o el abismo”.
Es la última contra quien empresas y trabajadores podemos batirnos. La economía del conocimiento está sustituyendo el paradigma económico actual, y para sobrevivir y no caer frente a otro mejor adaptado no cabe sino adaptarse, valga la redundancia. Se trataría de montar un “triplete atacante”, si se me permite la expresión, para contrarrestar los efectos de esa cara oculta de la crisis, de esa falta de adaptación: TI en todos los niveles de la empresa, deslocalización de empleados y remuneración por objetivos y formación continuada de empresarios y trabajadores.
Las tecnologías de la información y la comunicación han propiciado el ya mencionado cambio de paradigma económico. Y son precisamente estas tecnologías las que han de poder ser implantadas en todos aquellos elementos de la cadena de valor en que sea posible. Desde un autónomo a una microempresa – huelga decir en empresas de más escala -, en todas ellas cabe la posibilidad de automatizar procesos, implantar un sistema de información corporativo, gestión de clientes, etc…
Un aspecto más peliagudo, por cuanto de cultural tiene, es aquel que toca de cerca a los trabajadores en la economía del conocimiento. Dos conceptos: deslocalización y remuneración por objetivos. Reconozco que ambas expresiones me produjeron un cierto y constatable rechazo inicial, pero también es verdad que quizás perdía de vista el contexto en que se aplican dichos conceptos: el proceso hacia una nueva economía. Así pues, el hecho de que un trabajador “digital” no deba desplazarse hacia una oficina para trabajar o pueda trabajar desde cualquier sitio en cualquier momento – este será el tema de una entrada futura -, no hace sino aprovechar las oportunidades que ofrecen las tecnologías de la comunicación. Probablemente, esa deslocalización daría lugar, por ejemplo, a menos colas de coches en las entradas de las ciudades a las 8 de la mañana de los días laborables, con el consiguiente ahorro de índole diversa. –EROSKI Consumer, en 2009, cifraba el gasto mensual de utilización del coche entre 150 y 500 € -.
El siguiente elemento que me causó rechazo fue la remuneración por objetivos. Por costumbre, cultura o consecuencia de la organización del trabajo, la mensualidad fija con sus variaciones y complementos era y es todavía hoy, la norma. Pero estamos hablando de una gestión empresarial con visión estratégica, cosa que es excepción en las empresas catalanas, por ejemplo. Sin estrategia, sin objetivos que conseguir, no se sabe hacia dónde ir. Citando a Séneca hace unos días en Twitter, venía a decir que a quien no sabe hacia dónde navega ningún viento le es favorable. Sabiendo los objetivos podremos motivar a nuestro equipo hacia su consecución. La implicación de los trabajadores con la empresa de la nueva economía.
Por último, la formación continuada de empresarios y trabajadores, tanto en TI como en gestión empresarial, es fundamental para la adaptación a las nuevas reglas del juego. A buen seguro que todos conocemos a alguien que ha capitalizado el paro para montar algún tipo de negocio, sin tener ni idea de gestión empresarial. Por tanto, sin tener una visión estratégica de dicha gestión. Justo lo necesario para que salga mal. Y, claro, acaba saliendo mal. Hace pocas semanas abría una tienda de “chuches” justo al lado de mi casa. Una tienda pequeña de tamaño pero enorme de ilusiones. No ha aguantado ni dos meses. Para quien lo contempla es duro porque se veía venir. Para quien lo sufre debe ser demoledor.
Desde astalBI creemos en la gestión de la empresa con visión estratégica y nos colocamos al lado de las microempresas que quieran implantarla. El objetivo: mejores empresas para sobrevivir en algunos casos, para mejorar en otros, para seguir adelante en todos.
José Manuel Santos
(astalBI)
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